Historia de Pedro

Pedro nos cuenta cómo se dio cuenta de que su vida social no tenía por qué verse afectada.

ME DI CUENTA DE QUE TENÍA QUE HACER ALGO

Pedro , 58 años

¿Qué queréis que os diga? Siempre he sido un tipo muy sociable, quedando con unos o con otros cuando no estoy en el trabajo. Pero cuando supe que tenía pérdidas de orina, pensé que mi vida social se había terminado.

No hago cosas espectaculares a diario, solo soy de los que disfruta probando restaurantes nuevos o tomando una cerveza en el bar con mis amigos.
 
Por desgracia, pasarlo bien en compañía no era precisamente fácil cuando no dejaba de pensar que en breve tendría que ir al baño. A lo que se sumaba la ansiedad de imaginar que los baños no estuvieran cerca o que tuviera que hacer cola.
 
Empecé a poner excusas para no quedar con mis amigos ni reunirnos muy lejos de casa. No quise echar más leña al fuego bebiendo líquidos, ya que no estaba seguro de si podría aguantar a llegar al baño si el lugar estaba muy apartado. Por último, probé bebiendo menos agua a diario, para no tener que orinar tanto, pero con eso solo conseguí dolores de cabeza.
 
Me di cuenta de que mi problema de pérdidas era algo más que una molestia. Entonces, un día me ocurrió algo cuando volvía a casa desde el trabajo. Tuve una sensación rara y noté cómo mis pantalones se mojaban. Por suerte, solo tuve que salir del coche y estaba a tan solo unos minutos de casa, donde me pude cambiar. Después de aquel episodio, no quería salir de casa. ¿Qué ocurriría si me volvía a pasar? Perdí mi vida social con mis amigos y dejé de probar sitios nuevos.
 
¿Con quién podría hablar del tema? Mis amigos estaban descartados. ¿Un compañero del trabajo? Mejor no. Mi hijo tiene una vida muy ajetreada y esto no me parecía tan grave como para tener que molestarle. Además, no sabía cómo contarlo.
 
Pero sí sabía que tenía que hacer algo. Así que empecé a buscar en Internet. Di con un sitio en el que hablaban de usar “protección” y parecía que había muchos tipos de protectores que podrían servirme. ¡Jamás lo hubiera imaginado! Encontrar aquel sitio fue como si me hubiera tocado la lotería. Así que hice unos pedidos en una tienda online. Lo mejor es que funcionaron.
 
Ahora vuelvo a ser el mismo de antes. Cuando voy a un lugar nuevo, siempre busco los baños e intento sentarme en una mesa cerca. Uso ropa interior protectora y llevo siempre una muda extra. En todo esto más vale prevenir que curar. Lo mejor es que me olvido de que la llevo puesta. Es prácticamente como un calzoncillo normal. Me siento seguro y puedo centrarme en las cosas importantes. Como con qué bebida voy a acompañar mi comida.