El desgaste aparece cuando menos te lo esperas: cuando estás totalmente inmerso en tu papel de cuidador.
Esa sensación de desgaste dificultará que cuides de tu ser querido. Y, por si eso fuera poco, podrá darse cuenta de que estás cansado, irritado o estresado.
De ahí que sea importante adoptar medidas tan pronto como detectes estas señales de advertencia:
- Te faltan fuerzas
- Estás siempre cansado, aunque hayas dormido bien
- Empiezas a evitar a tu familia y amigos
- Has perdido interés en actividades que antes te gustaban (deportes o aficiones)
- Descuidas tus propias necesidades
- Te cuesta relajarte
- Tu vida gira en torno a los cuidados, pero ya no lo consideras gratificante
- Tienes un sentimiento de tristeza y desesperanza, nerviosismo o ira
- Has engordado o adelgazado sin motivo aparente
- Te pones enfermo con más frecuencia que antes
- Pierdes la paciencia o estás irritable con la persona de la que cuidas
- Tienes ganas de hacerte daño a ti mismo o a la persona de la que cuidas
Nunca pases por alto estos síntomas. Tomar medidas preventivas te permitirá recargar pilas y recuperar las fuerzas.