María, 59 años, nos cuenta cómo vive con incontinencia

“Como si no fuera suficiente con la menopausia”

La historia de María

“Pasar por la ya era un calvario, pero cuando descubrí de un día para otro que sufría pérdidas fue una pesadilla. 
 
Intenté beber menos, pero eso me causaba deshidratación y dolor de cabeza. Después procuré no estar fuera de casa más de 10 minutos, pero me sentía aislada. 
 
A los veintitantos años, después de tener a mi primer hijo, me di cuenta de que a veces tenía pérdidas cuando estornudaba. Hacía una compresa con papel higiénico e intentaba no pensar en ello, hasta que me pasaba otra vez. 
 
Había escuchado que los partos pueden producir pérdidas de orina. Los músculos se estiran y debilitan, pero pueden hacerse ejercicios para recuperar la fuerza. Así que, en aquella época, empecé a hacer una rutina en el baño de orinar y parar repetidas veces, y también empecé a hacer contracciones internas. Durante unos meses usé una compresa normal, y la cambiaba cuatro veces al día. Me resultó caro, pero finalmente recuperé el control.
 
Treinta años más tarde, cuando me llegó la menopausia, el problema volvió. Esta vez las soluciones caseras no me ayudaron, ni siquiera las compresas eran suficiente.
 
Intenté beber menos, pero me deshidrataba y tenía dolor de cabeza. Después, por miedo a sufrir un percance, dejé de visitar a amigos durante los fines de semana y de salir a comer fuera, lo que me hacía sentir desconectada. Llevar siempre encima ropa interior para cambiarme, toallitas, compresas, ambientador, suavizante y desodorantes, además de ponerme ropa oscura y holgada, me hacía sentir como si me fuera de acampada cuando en realidad solo iba a comer fuera con amigos.
 
Tras 35 años de matrimonio, ¡incluso empecé a dormir en la habitación de invitados! Al final decidí ir al médico. 
 
Me explicó que la menopausia puede provocar urinaria y que existen compresas especiales diseñadas para la orina que evitan los escapes y los olores. La primera vez que las compré tenía mis dudas porque las compresas maxi no habían funcionado y estas eran aún más pequeñas. Sin embargo, funcionan de verdad y me siento mucho más segura.
 
Está claro que prefiero no tener incontinencia urinaria, pero al menos ahora solo tengo que preocuparme de los sofocos y no de los escapes inoportunos”.