Como cuidador, puede que tengas que soportar cambios de humor o un comportamiento difícil por parte de tu ser querido. Esto es algo muy normal y puede solucionarse dándole espacio, hablando las cosas, haciéndole reír o distrayéndole, dependiendo de la situación.
Por lo general, la mejor opción es evitar que se produzcan problemas de comportamiento. Las personas que necesitan cuidados son más propensas a tener una sensación de soledad y aburrimiento que contribuyen a un bajo estado de ánimo. Animar a tu ser querido a socializar con familiares y amigos y (si es posible) ocupar su tiempo con actividades enriquecedoras, como salir a dar paseos, cuidar el jardín, hacer rompecabezas o acertijos pueden servir de ayuda para reducir un comportamiento problemático.
Si los cambios de humor empiezan a estar fuera de control o el comportamiento problemático sucede con más frecuencia, es importante descubrir el motivo. Pide asesoramiento a un médico o profesional sanitario si no sabes qué hacer.
Si tu ser querido sufre una enfermedad como la demencia, los problemas de comportamiento son un síntoma muy frecuente. Cuando se muestra enfadado o agresivo, lo normal es que te sientas dolido o frustrado, pero recuerda que esta conducta es consecuencia de la enfermedad y no elección de la persona. Analiza qué puedes hacer para ayudarle, como quizá acudir a un terapeuta o pedir ayuda externa a los servicios sociales.
Es importante encontrar a alguien con el que puedas hablar abiertamente acerca de tu experiencia. Aparte de romper la sensación de aislamiento que suele conllevar la labor de cuidador, expresar tus sentimientos a otra persona de confianza puede ayudarte a procesar tus emociones y encontrar la ayuda que necesitas.