La historia de Ana

Ana hace las paces con su suegra

“María tiene un carácter fuerte, y sacar el tema no fue fácil. Pero, cuando volvió a ocurrir, le dije que podíamos buscar ayuda.”

“Cuidar de mi suegra me ayudó a comprender cómo se siente una persona cuando tiene que depender de la ayuda física de otras.
 
Cuando investigué sobre la en revistas y en Internet, descubrí que un tercio de las mujeres la padecen en algún momento de sus vidas. Además, un gran número necesita ayuda diaria para controlarla: ¡está claro que son muchas personas en la misma situación!
 
Nuestro médico nos confirmó que se produce con mucha frecuencia. Cuando le comenté que María no lo había consultado, nos dijo que la mitad de las personas que sufren no hablan de ello, por lo que no se busca una solución.
 
María tiene un carácter fuerte, y sacar el tema no fue fácil. Pero, cuando volvió a ocurrir, le dije que podíamos buscar ayuda. Se molestó muchísimo cuando le dije que me había dado cuenta, pero insistí en que no me hacía sentir incómoda. Dejé que la cosa se calmara un poco antes de llevarla al médico.
 
A partir de ahí empezaron a mejorar las cosas. Nos aseguramos de que pudiera acceder fácilmente al baño y elegimos la talla correcta de las con control de olor.
 
Unos meses después, se quedó en silla de ruedas. Tuve que asumir mi papel de cuidadora repentinamente, una situación nueva para las dos. Las rutinas diarias de aseo e ir al baño exigieron mayor nivel de intimidad, algo que nos costó asimilar, sobre todo a mi suegra. Quizá hubiera sido mejor si yo fuera su hija, pero es un tema muy delicado. Mi marido nos ayudó, pero puso su trabajo y el hecho de que fuera mujer como excusas para evitar tener que prestar un cuidado íntimo.
 
Fuimos probando y María y yo empezamos a seguir una rutina. Utilizamos compresas para la incontinencia durante el día que podían cambiarse sin tener que quitarse las medias. Después pasamos a la absorbente para la noche, que se podía quitar de forma rápida y limpia por la mañana gracias a las uniones laterales.
 
Me alegro de que María y yo hayamos podido encontrar una forma de superar esos momentos embarazosos. Ahora tiene mucho mejor carácter.”