5 cosas que desconoces sobre el suelo pélvico masculino

La masculina puede tener su origen en un suelo pélvico debilitado. Los motivos por los que pierde fuerza esta zona de músculos y ligamentos no son del todo conocidos. Aquí, varias curiosidades que nadie te cuenta.

Todos debemos tener fuerte el suelo pélvico para evitar dolor pélvico, incontinencia urinaria y anal, disfunción eréctil, prolapso rectal y correcta recuperación tras una cirugía de . Además de hacer la gimnasia específica, que ayuda a mejorar la fuerza y la resistencia de los músculos perineales, es importante prevenir su deterioro conociendo a fondo qué es lo que más le afecta.

Sabemos, resumiendo mucho, que un aumento repetido de presión en la zona abdominal y pélvica es lo peor que se puede hacer y es el momento de determinar qué costumbres o gestos llevan a ello.

Son curiosidades más allá del paso del tiempo o de complicaciones posteriores a las cirugías de próstata, que son los principales factores de riesgo para un suelo pélvico debilitado. 

Malos hábitos como levantar de forma habitual objetos muy pesados sin colocarse correctamente o circunstancias personales como tener estreñimiento o tos crónica y, por supuesto, padecer sobrepeso (u obesidad) son algunas de las cosas que desconoces sobre el suelo pélvico masculino y pueden restarte calidad de vida.

1. Al suelo pélvico le gusta que comas fibra

El estreñimiento es un problema digestivo muy común cuando la alimentación es deficiente en vegetales y grasas saludables que puede afectar al suelo pélvico. No evacuar correctamente el intestino convierte al recto (que debe ser un lugar de paso de heces) en zona de almacenamiento, con el peso extra que eso supone para la zona.

Además, las heces acumuladas se endurecen, por lo que se necesita realizar unos pujos fuertes y en apnea que suponen un gran aumento de presión sobre el suelo pélvico, algo que no hace sino debilitarlo. Es fundamental, pues, revisar los hábitos de nutrición, con aumento significativo de fibra y agua y tratar de crear unos buenos hábitos en este sentido.

2. Al suelo pélvico le preocupa que hagas (mal) algunos deportes

Habrás oído alguna vez que los ejercicios hipopresivos son buenos para fortalecer el suelo pélvico. De ello se deduce que los contrarios (hiperpresivos) podrían ser malos… y, efectivamente, así es. ¿Cuáles son los ejercicios hiperpresivos? El running, algunas formas de aerobic, el tenis, los abdominales tradicionales –flexionar el tronco tumbado boca arriba- y hacer pesas o crossfit sin control.

Es importante que un experto te explique la postura correcta para proteger el suelo pélvico en el momento de esfuerzo y apnea porque si no se puede ejercer una excesiva fuerza sobre él. No se trata de prohibir ejercicios, sino de ejecutarlos correctamente.

El crossfit, en este sentido, se ha incorporado desde hace no mucho a esos deportes de riesgo para la zona del suelo pélvico. Correr, saltar y coger pesos elevados, todo ello a gran velocidad y sin pararse a concentrar dónde se ejerce la fuerza, no parece buena idea.

3. ¿Estás satisfecho sexualmente? Una parte se la debes al suelo pélvico

Una de las formas que toma la disfunción del suelo pélvico es la que reúne ciertas alteraciones sexuales como dificultad para alcanzar y mantener una erección, eyaculación precoz o dolor pélvico durante el coito. La explicación es que dos de los (bulbocavernoso e isquiocavernoso), se contraen visiblemente de forma involuntaria. Si esta zona está debilitada, la contracción será menor. Por ello, con un suelo pélvico fortalecido se puede tener un mayor control de la eyaculación.

En cuanto al dolor, si aparece en la pelvis por alguna disfunción en el suelo pélvico, esto interfiere en las relaciones sexuales, restando placer y añadiendo molestias que pueden ser incluso causa de un empeoramiento de la función sexual.

En ambos casos, con la gimnasia adecuada se puede revertir el problema, siempre y cuando su origen sea el debilitamiento del suelo pélvico.

4. Al suelo pélvico no le gusta que fumes.

Básicamente, porque la tos crónica es un problema. Da igual si la tos es por tabaquismo, por alergia, tos nerviosa o por alguna enfermedad crónica. Hacerlo de forma constante sin sujetar el suelo pélvico es un factor de riesgo para el deterioro de la zona.

Lo mismo pasa con los estornudos. Ambos pueden provocar una debilidad y fatiga de los músculos del periné. Si, además, esto se suma al hecho de tener una zona media débil (abdomen y espalda), habrá una peor gestión de estas presiones abdominales que se realizan al toser y estornudar.

Para proteger el suelo pélvico cuando aparece la tos o el estornudo hay que seguir un breve protocolo: lo primero, mantener una postura correcta, bien erguido –sin echarse hacia delante– para que no suponga una sobrecarga en la zona. Además, lo ideal es, antes de que salga el estornudo o comience el ataque de tos, se contraiga la zona cerrando los esfínteres y manteniendo la tensión.

Un último truco: cuando vayas a estornudar, gira la cara hacia un lado y no te encorves. De esa forma, tu cuerpo protege un poco más el suelo pélvico porque la fuerza se reparte.

5. Un suelo pélvico fuerte es incompatible con una barriga

El sobrepeso puede deteriorar mucho el suelo pélvico, causando problemas crónicos de urinaria. Existe un estudio de revisión publicado por el Journal de Urology que afirma que un incremento de cinco unidades en el IMC (índice de masa corporal) se asocia a un aumento del 20% al 70% de riesgo de incontinencia urinaria.

Una bajada de peso, sobre todo de la grasa que cubre la zona de abdomen y trocantes, alivia la presión a la que se ve sometida la vejiga, sobre la que ya no se ejerce tanta presión, no afecta a la movilidad de la uretra, con lo que mejoran los problemas de incontinencia urinaria. En el caso de los hombres, la obesidad se relaciona principalmente con la frecuencia urinaria, no tanto con la incontinencia.

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